Los recursos naturales se han convertido en objeto de explotación, por lo que la biodiversidad aparece no sólo como una multiplicidad de formas de vida, sino como zonas de reserva de naturaleza, donde territorios y hábitat conservan la diversidad biológica y cultural que tienen valor por su riqueza genética, conocimientos de uso, recursos ecoturísticos y por su función como colectores de carbono entre otros (Tay, 2006; Sánchez, 2010). Las temáticas sobre biodiversidad responden a una preocupación a nivel mundial por la pérdida de especies biológicas. Se considera que en la biodiversidad se encuentra la materia prima de los grandes consorcios de las industrias far macéuticas y alimenticias, cuyo valor económico supera ya el de los consorcios petroleros (Sánchez, 2010). Asimismo, los cambios de vida de las personas en ambientes más reducidos y en grandes conglomerados urbanos requieren variedades adaptadas a estas nuevas condiciones, por lo que se trabaja en programas de domesticación y mejoramiento genético que utilicen nuevas fuentes de variabilidad. En este contexto, es importante destacar que Sudamérica, junto con Asia y Sudáfrica, han sido fuente importante de recursos genéticos para el desarrollo de variedades que actualmente se encuentran en el mercado mundial (Soto et al.,